Alfaro desafía al pacto fiscal

El pacto fiscal en México castiga a los estados, dejando a la Federación con el control de los recursos. El reclamo de Alfaro, gobernador de Jalisco, es una jugada política justa y audaz.

Artista: Kightek

La metáfora del hijo irresponsable

Imagine a un adolescente que gasta su mesada en videojuegos en lugar de libros escolares. Cuando reprueba, exige más dinero en vez de asumir su responsabilidad. Así es el pacto fiscal mexicano. El gobierno federal es el adolescente, y los estados, los padres que financian su derroche. 

Mientras que la Constitución exige que los ciudadanos de los estados contribuyan de forma proporcional y equitativa, el gasto público ignora estos principios. La Federación prioriza programas clientelares sobre servicios básicos como medicamentos o infraestructura hospitalaria, sin consultar realmente a los ciudadanos.

Un sistema injusto

El pacto fiscal data de los años setenta y permite al gobierno federal recaudar los principales impuestos y luego redistribuirlos. Pero esa distribución está lejos de ser equitativa. Por ejemplo, de cada 100 pesos recaudados en Jalisco, sólo 25 regresan al estado. De ahí el reciente reclamo del gobernador Enrique Alfaro y su insinuación de salirse del pacto fiscal. ¿La respuesta oficial? Que los estados inventen y cobren más impuestos locales. Es como pedirle al padre que aumente la mesada del hijo irresponsable.

Encima de todo, el SAT tiene una interpretación de los impuestos completamente tiránica y patrimonialista. No olvidemos que cuando la ahora ministra Margarita Ríos-Farjat era jefa del SAT, determinó que los impuestos "no son dinero de los ciudadanos sino de la nación”, una concepción autoritaria que reduce a los ciudadanos a simples proveedores del gobierno federal.

El caso de Oaxaca: un ejemplo extremo

En estados como Oaxaca, la dependencia de las transferencias federales es abrumadora: 93.4% de su presupuesto en 2023 provino de aportaciones y participaciones federales, muchas de ellas generadas por otros estados. Este modelo perpetúa la desigualdad y la dependencia en lugar de fomentar el desarrollo local.