Breve manual de sobrevivencia antiobradorista
Es prudente ir cavilando un plan de resistencia personal y colectiva
A menudo me preguntan cómo prepararse para resistir al régimen que pronto se adueñará de la Constitución, destruirá los órganos autónomos, capturará al INE, reformará a la ley electoral, eliminará a las minorías y, a menos de que ocurra un milagro y funcione el paro nacional del Poder Judicial, destruirá también la división de poderes, es decir, terminará con la República. Con ello, ya no habrá garantía de ningún derecho ni ninguna libertad y todos estaremos a merced de la peor ralea política.
Lo primero es adoptar la apuesta de Blaise Pascal que he puesto en el radar antes. No sabemos cómo se manifieste este régimen esperpéntico porque hay un abanico de posibilidades: desde una docena trágica capoteable hasta un panorama venezolano. Lo importante –dice Pascal– es prepararse para el peor escenario posible. Si no sucede, de todas formas te preparaste y qué más da; pero si sucede y no te preparaste, es cuando te tuercen.
De entrada, hay una serie de acciones patrimoniales básicas que todo mundo debió tomar desde que llegó al poder un demagogo tabasqueño. Quizá no vender todas las propiedades –porque ni en Venezuela expropiaron los inmuebles–, pero sí una parte, intentando sacar del país un cacho sustancial del patrimonio, idealmente en dólares o euros. Aquí no se trata de ganarle al tipo de cambio, sino de proteger el capital. Si no se tienen propiedades, intentar tener una cuenta virtual en dólares, no olvidando el imprescindible cash verde en el clóset. Tener al día visas y pasaportes, tener en regla lo fiscal y tender puentes con familiares o amigos en el politburó obradorista, así como en el extranjero.
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