Dick Cavett: el ingenio erudito de un muchacho de Nebraska
¿Quién es el comediante Dick Cavett y por qué importa hablar de él? Escribe Ángel Jaramillo, siguiendo su disección sobre la crisis del humor.
La vida es una serie de amnesias. Ahora mismo no puedo identificar el momento en que vi por primera vez a Christopher Hitchens hablando en televisión. Tampoco me acuerdo de la primera vez que supe de la existencia de esa gran figura de la pantalla chica en Estados Unidos, que es Dick Cavett. Mi edad —soy generación X— no me permitió ver en vivo los programas de Cavett, que tampoco se podían ver desde la capital mexicana.
¿Pero quién es Dick Cavett y por qué importa hablar de él? Quien lo aquilató muy bien fue esa fuerza de la naturaleza que se llamó Clive James, una personalidad del mundo intelectual australiano que destacó en la televisión británica y que perteneció a lo que yo llamo la movida londinense en la década de los setentas y ochentas, entre los que participaron Christopher Hitchens y Martin Amis.
Poeta, ensayista y gran liberal, Clive James escribió un libro de biografías sobre grandes personalidades a nivel mundial a los cuales une lo que podría llamarse un temple liberal. Cultural Amnesia es su nombre y uno de los apartados trata precisamente de Dick Cavett.
En su ensayo, el intelectual australiano dice que Cavett es una rara avis en el firmamento de la comedia televisiva estadounidense y, en particular, de los anfitriones de los Late Night Shows.
En la tradición americana —aunque quizás no en la inglesa y la australiana— hay un golfo que separa los momentos de seriedad de los momentos de humor. Lo que hacía a Cavett ser un espécimen de la comedia inglesa en Estados Unidos es su combinación urbana de lo serio y lo humorístico. En su programas, Cavett era capaz de hacer comentarios eruditos sobre el Japón y terminar una frase con una gracejada que no le pediría nada a un Johnny Carson o a un David Letterman.
Nacido en Nebraska —al igual que Carson— Cavett sintió, desde pequeño, el influjo del mundo del espectáculo. Pero antes de ser un escritor para la comedia televisiva, el muchacho de Nebraska pasó una temporada en la Universidad de Yale. En esto se parece a Conan O' Brien, quién estudió en Harvard, antes de su carrera como anfitrión de su Late Night Show. Ambos comparten un espíritu ilustrado en su humor, aunque O' Brien tiene un gusto mayor por el vaudeville.
En lo que se distinguía Cavett era en el arte de la entrevista. Nadie que fuera alguien en el mundo de las celebridades en Estados Unidos —durante las décadas de los sesentas, setentas y ochentas— dejó de ser entrevistado por él. Cavett se sentía igualmente a sus anchas entrevistando a escritores consolidados como Gore Vidal o Truman Capote que con estrellas del cine como Katherine Hepburn o Natalie Wood. Pero con quien más se sentía a sus anchas era con espíritus afines, como Groucho Marx o Woody Allen, con quién logró estrechar una gran amistad.
Al menos tres libros suyos deben leerse para apreciar la índole de su personalidad: Cavett, Brief Encounters y Talk Show. En ellos hay una exquisita mezcla de evocación de grandes figuras, erudición juguetona y humor ingenioso. Clive James termina su escrito sobre Cavett diciendo que nunca habrá nadie como él. A sus 88 años, Cavett ha logrado una longevidad que esperemos siga. Su figura debería ser rescatada en esta época asediada por el eclipse del humor.
*Ángel Jaramillo es periodista, ensayista e historiador de las ideas políticas.