El Congreso dormido frente a Trump
El Congreso mexicano, en manos de Morena, no está preparado para enfrentar a Trump. Escribe Raudel Ávila.
Si en México tuviéramos una clase política profesional en este momento de la historia, los diputados y senadores del oficialismo estarían concentrados en la planeación y organización de una reunión interparlamentaria urgente con sus pares estadounidenses. Y esto pensando en apoyar al gobierno de su propio partido, pues la presidenta de México, su canciller y su secretario de economía enfrentarán un escenario tremendamente complejo frente a la nueva presidencia de Donald Trump, quien a su vez dispondrá de mayoría en ambas cámaras y en la misma Suprema Corte de su país.
Visto que los canales diplomáticos tradicionales del Departamento de Estado tendrán una eficacia reducida por el personalismo de Donald Trump, el gobierno de México tendrá que buscar interlocución directa con el Jefe de Estado norteamericano o alguien genuinamente cercano a él. Durante su administración anterior, el gobierno de México se acercó a Trump por conducto de su yerno Jared Kushner, pero todo parece indicar que él ya no tendrá un papel relevante en la nueva administración. No obstante, dejar una relación bilateral tan amplia en manos de un solo canal de comunicación supone riesgos enormes. Consecuentemente, lo más lógico debería ser que los legisladores mexicanos estuvieran preparándose para cabildear a sus colegas estadounidenses a favor de los intereses nacionales y demostrarles la importancia del bienestar de México para los propios electores norteamericanos.
Para lograr ese propósito, lamentablemente hay varias dificultades. En primer lugar, los diputados y senadores de Morena no hablan inglés. Se sabe: en la izquierda mexicana hay pocos pecados tan condenables como hablar la lengua del imperialismo yanqui, así sea la relación diplomática más importante del Estado mexicano. Es cierto que en todo mecanismo diplomático está permitido el uso de traductores, pero es muy difícil desarrollar relaciones de confianza y afinidad personal con otro individuo cuando uno tiene necesidad de valerse de un tercero en quien probablemente no puede confiar para el tratamiento de cuestiones confidenciales.
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