El lamento inmóvil
¿Puede la oposición hacer algo frente a Trump o sólo corresponde quejarse? Escribe Raudel Ávila en su columna dominical
Decía Shimon Peres —exprimer ministro de Israel— que en política es legítima la decepción, pero nunca la desesperanza. Y es que, lo que estamos viviendo es más o menos recurrente, pero igualmente decepcionante. Es un baile tan repetitivo que ya resulta aburrido. El gobierno ataca, injuria y en el mejor de los casos, ignora a la oposición. Por su parte, la así llamada oposición descalifica en pleno todo lo que hace y dice el gobierno sin presentar jamás una oferta alterna de lo que le conviene al país. A lo sumo, se limita a decir que, en un pasado idílico, México estaba mejor. La oposición es casi la caricatura de una caricatura, aquellas señoras que siempre añoraban los tiempos de don Porfirio insinuando que todo estaba mejor antes de la Revolución. Es la estampa de la impotencia, del inmovilismo, de la queja estéril, esa gente que prefiere vivir mentalmente en el pasado mejor que reconocer los aspectos desagradables del presente por no disponer de recursos emocionales e intelectuales para enfrentarlo.
Llevamos varios días leyendo a las plumas opositoras —porque sus políticos no saben hablar y menos escribir— advirtiéndonos que el gobierno no tiene un plan para enfrentar lo que se viene con Trump. Hasta ahí, estamos de acuerdo. Todos sabemos que el sello de la casa en el nuevo régimen es el amateurismo, la improvisación y la ignorancia integral en lo que tenga que ver con la política de Estados Unidos. No pasa de las consignas nacionalistas y los lugares comunes del antiimperialismo marxista. Un análisis preciso, acucioso de la política norteamericana es demasiado pedir para un izquierdista mexicano. Muy bien ¿entonces?
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