El papel de la educación pública en la formación del ciudadano

Las élites liberales se quejan de la ignorancia de las masas que no votan como ellos quieren, pero abandonaron a la educación cívica y el populismo aprovechó. Escribe Raudel Ávila.

Imagen modificada / The New Yorker

Desde la derrota electoral de la oposición el mes pasado, e incluso antes, numerosos analistas políticos se han prodigado en críticas al electorado. “Es ignorante”, “no sabe lo que hace”, “no sabe lo que quiere”, “vota sin conocimiento”, “no hace nada por informarse”, “se cree todas las fake news de las redes sociales”, etcétera.

Se trata quizá de la crítica más vieja a la democracia en todo el mundo, señalar a la población como incapaz de discernir lo políticamente serio de lo insustancial. No obstante, el liberalismo clásico desde la Ilustración en Francia y la Revolución Industrial en Inglaterra pasó de la esterilidad de la queja a la fecundidad de la propuesta. Si el supuesto es que las masas no conocen lo suficiente de la vida pública, era necesario un programa masivo para educarlas. En otras palabras, un sistema de educación pública que formara al ciudadano y lo preparase en el civismo.

Esos mismos intelectuales y analistas políticos que en México han condenado hasta la saciedad al electorado por no votar como ellos quieren, casi no han escrito nada sobre la modernización del sistema de educación pública y de formación cívica. La mayor parte de ellos, sus familiares e hijos acuden a escuelas privadas, de manera que les importa muy poco en qué condiciones se encuentran los planteles escolares en zonas marginadas. No sólo eso, en su mayoría los intelectuales y analistas políticos que se han incorporado en algún punto a la academia, dan clases en universidades impagables para casi toda la población. Es decir, sus ideas nunca salen de una pequeñísima caja de resonancia que no tiene manera de llegar a los segmentos más amplios del electorado. No entiendo entonces la sorpresa ni el enojo por el hecho de que la población no comparta el credo liberal ni sus preferencias electorales.