Manual frente a Trump
Siguiendo la tradición de Disidencia, ofrezco diez apuntes ante el regreso del demagogo del norte.
Aunque es una tradición involuntaria, pues no me gustan las recetas, reiteradas solicitudes de los lectores me han llevado a elaborar decálogos y manuales para coyunturas especiales, como fue el caso del Breve manual de supervivencia antiobradorista cuando el régimen se consolidó. Consumado ahora el regreso de Trump —y otra vez, bajo solicitud— van diez discernimientos, si me permiten decirles así:
Trump no salvará a México de nada.
Hay quien sueña con que Trump sea el justiciero que libere a México de sus captores. No lo será. Al contrario, lo más probable es que se convierta en un arma retórica a favor del régimen, un chivo expiatorio que exacerbe el relato antiimperialista que tanto rinde beneficios al populismo latinoamericano. Es posible, eso sí, que algunas políticas —concretamente la designación de los cárteles como terroristas— presionen al régimen y en dado caso vale aprovecharlas.Los cárteles sí son terroristas.
De cualquier manera, no hay ninguna mentira en la designación de los cárteles como organizaciones terroristas. Eso son. Aterrorizan a la sociedad, extorsionan, asesinan y cortan cabezas para conseguir sus objetivos no sólo económicos sino políticos. Es una verdad que debemos difundir para impulsar el discurso contra la barbarie que el régimen mexicano y buena parte de la sociedad resisten por complicidad.El falso dilema.
El aparato propagandístico intenta encasillarnos en un falso dilema. Si no cierras filas con el régimen, eres colaboracionista de la intervención, haciendo analogías forzadas con la Francia de Vichy que cooperó con Hitler. Hay que advertir la trampa. Se puede condenar a Trump y al régimen simultáneamente, como lo hicieron siempre, en múltiples trincheras, figuras como De Gaulle o Raymond Aron, George Orwell y Hannah Arendt.El obradorismo es el gran destructor.
El aparente sentido de emergencia tampoco puede eclipsar que quien destruyó al Poder Judicial y la división de poderes, capturó al árbitro electoral, eliminó a los órganos autónomos, llevó el déficit fiscal y la deuda a niveles históricos, ahuyentó a los inversionistas, se asoció con el crimen organizado y con algunos de los peores regímenes del mundo —en pocas palabras, quien más vulnerable y comprometida dejó a la soberanía nacional— fue precisamente quien hoy convoca a enrollarse en la bandera.…Y también el gran divisor.
Asimismo ningún otro fenómeno ha fracturado tanto a la sociedad mexicana como el obradorismo. Su discurso de "buenos" y "malos", "oprimidos" y “opresores”, “patriotas” y “apátridas” ha sido efectivo para consolidar su poder, pero en detrimento de la pluralidad. Por eso, los recientes llamados a la "unidad nacional" son cínicos e hipócritas. Hay que desenmascarar su verdadera intención: esconder errores y olvidar heridas.No es lo mismo el llamado a cerrar filas en una democracia que en una autocracia.
Cuando un régimen autoritario pide unidad, no es una simple convocatoria. Es una prueba de lealtad. El autoritarismo a menudo se disfraza de defensor nacional y garante de la soberanía, pero su verdadero propósito a menudo es el control interno. El uso de estigmas como "traición a la patria" para eludir críticas es un claro síntoma de su carácter despótico.El Pueblo bueno no cambiará de bando.
La mayoría que votó por el fin de la república a cambio de tres mil pesos previsiblemente cerrará filas con el régimen y se aventará de Chapultepec. No seamos ingenuos. Lo mismo puede esperarse de medios, academia, empresarios, artistas y demás sospechosos habituales. Los guiños nacionalistas resuenan después de décadas de pedagogía revolucionaria. Por eso, resistir a la unidad oficialista no debe tener en mente ningún fruto electorero, menos aún si ya ni siquiera hay elecciones equitativas. Es, simplemente, un acto de dignidad.La oposición no es una alternativa.
La mayoría de los opositores también cae en la trampa, como si condenar a ambos —Trump y el régimen— no fuera posible, lo que haría cualquier oposición sensata. Pero ya lo sabíamos: la oposición mexicana, salvo contadas excepciones, se rindió hace tiempo. Su relevancia es cosmética. Además, con toda seguridad, muchos opositores también tienen negocios con el lado obscuro.Cuidado con la xenofobia de bronce.
Los espantajos y masiosares tienen caras y cuerpos reales. Usted seguramente ya habrá notado el antiyanquismo aflorando en calles, colonias, muros e internet, azuzado por los voceros del régimen y la sociedad resentida. Si podemos condenar la crueldad a nuestros paisanos allá, podemos repudiar la que se cierne sobre nuestros vecinos acá, gran parte de los cuales ha contribuido significativamente a restaurar pueblos y enriquecer comunidades, como San Miguel de Allende, Guanajuato, Ajijic, Jalisco, o Alamos, Sonora.Más valen los individuos.
El tribalismo usa el plural sin consentimiento para eliminar la complejidad y, sobre todo, al individuo. No es que izquierda y derecha hayan perdido sentido como orientaciones políticas, es que no deben usarse para la calificación moral. Regresemos mejor al liberalismo clásico donde cada persona vale por sí misma según la máxima de Luther King: el contenido de su carácter. Busquemos ahí una unidad más libre.
Muy claro !!! Excelente!!!
debemos seguir y entender este decálogo!
Muy bien fundamentado!!!
En general, coincido. Pero la haré de disidente y matizaría con una par de datos, respecto al punto 7. El “pueblo bueno”, a mi entender, es el voto duro de Morena. Al final, 100’000,000 de mexicanos no votaron por Morena. Gran parte del voto de Morena es por la ilusión de tener más dinero en el bolsillo, cosa que la inflación y la cada vez mayor ausencia del Estado y sus servicios públicos podría mermar fácilmente. Dudo de la lealtad del votante de Morena. Creo que el oportunismo y la conveniencia, con oropel de moralismo, es su esencia y no la lealtad. Claro, esto es peligroso en sí mismo. Y no debe minimizarse. Otra buena porción del voto de Morena es “voto de castigo”: ya no queda a quien castigar, salvo a Morena mismo. (Ellos lo saben bien, por eso la destrucción mafiosa de contrapesos a máxima velocidad.) No tenemos datos actuales sobre la popularidad de Morena en estados que ahora están peor que antes de la elecciones, así que, quizás, muchos hoy estén arrepentidos por su voto, especialmente en Sinaloa o Tabasco, donde la percepción de inseguridad anda por el 90 %. Sería sumamente sospechoso que los sinaloenses votaran otra vez por Morena libremente, después de lo que ha pasado. Y en otros estados también. No creo que esta tendencia se revierta, a menos que haya cambios concretos en esas áreas. Seguramente, habrá también quienes votaron por Morena, pero no aprueban la forma en que terminaron de desmantelar algunos contrapesos, aquellos que, por una razón u otra, fueron ingenuos. También queda a la especulación. Lo cierto es que, si esto no impacta en las preferencias electorales, es porque no hay alternativas viables. Morena es autoritario y eso no lo discuto, pero es inestable y su legitimidad, si el tema de seguridad y economía no mejoran, no puede más que ir hacia abajo. Pasamos, quizás, de una democracia disfuncional a un autoritarismo disfuncional, siendo la constante la falta de competencia política. Morena no es monolítica y solo es cuestión de tiempo que las presiones internas y externas fisuren y revienten parte de sus cimientos. El cambio político es inevitable. Y el mundo es más volátil que hace muchas décadas. No vamos a un despertar de las conciencias ciudadanas, sino probablemente a un crisis cada vez más inmanejable, una que ni el regimen podrá solventar. Esperemos que la oposción esté a la altura y capitalice las oportunidades que, indudablemente, vendrán con estas crisis. En conclusión: Morena es, también, autodestrucción.