No será Orwell

Sobre cómo el nuevo régimen de partido único amenazará a la libertad de expresión

Cartel estilo constructivismo soviético que circuló en la campaña de Sheinbaum.

Frente a la nueva hegemonía obradorista existe la tentación de creer que la libertad de expresión estará amenazada por un nuevo Estado hipertrófico con pulsiones totalitarias; que el nuevo partido único controlará la opinión, vigilará el ciberespacio y fiscalizará las redes sociales; que habrá un Gran Hermano omnisciente y omnipresente. 

Es un temor entendible porque buena parte de quienes nutren al régimen sueñan desde su juventud con esa distopía orwelliana donde el partido-Estado todo lo sabe. A final de cuentas, en las filas de Morena hay muchos grupos que simpatizan con distintos tipos de totalitarismos: desde el chino hasta el castrista e incluso el norcoreano. Sobra decir que el régimen ya tiene prácticamente todos los poderes del Estado en sus manos, de modo que motivación para cerrar la pinza no le falta.

Pero esa ambición supone talento, recursos, cobertura y capacidad de despliegue que el nuevo régimen simplemente no tiene. Para empezar, he dicho en otras ocasiones que afortunadamente son obradoristas y no alemanes o rusos, una ineptitud e incompetencia que da cierta tranquilidad. Recordemos, por ejemplo, que en este sexenio el aparato sufrió los hackeos más graves de nuestra historia y que, a pesar del empleo de granjas de bots digitales y toda una red de propaganda tejida por la Oficina de Comunicación de la Presidencia, la oposición dominó las redes sociales (aunque de nada haya servido).

Además, el propio Estado y la administración pública federal están depauperados por el austericidio del caudillo que dejó a algunas dependencias sin siquiera tinta para imprimir, gasolina para trasladarse, ni papel para limpiarse el… sudor. De por sí, el Estado mexicano nunca ha sido fuerte y siempre ha tenido que recurrir a aliados locales para ejercer su potestad. Ahora es mucho más débil después de la destrucción institucional, el inmenso déficit fiscal a cuestas, la falta de recursos y la degradación burocrática. El avance territorial del crimen organizado es prueba de ello.