Aprovechando la parafernalia religiosa que decora nuestro proceso electoral, tres demonios parecen hurgar la conciencia del presidente Peña Nieto: miedo, codicia y vanidad, desenmascarados en el reciente viraje autoritario contra Ricardo Anaya, independientemente de la dudosa probidad del joven blanquiazul.
Es claro el desasosiego de quien probablemente …
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