Sinaloa: antesala del caos
Con el golpe al Poder Judicial, la descomposición de Sinaloa ensombrece a todo el país. Escribe Óscar Constantino.
Los narcobloqueos y balaceras en Culiacán adelantan el tono que tendrá el crimen organizado a partir del segundo ciclo del régimen, ahora totalmente instalado en el autoritarismo. Si lidiar con la delincuencia era terrible en este país, ahora será peor, ya que la reforma judicial oficialista destruye la última barrera contra ese tipo de organizaciones delictivas.
No es que antes del obradorato el ambiente fuera idílico. Todos sabemos que la corrupción existía en los tres poderes y los tres niveles de gobierno, pero el régimen miente al acusar de corruptos a la mayoría de los jueces federales. En muchas ocasiones, la única alternativa para quien no recibía atención debida de las autoridades locales era una orden de un juez federal; no digamos que muy a menudo una orden de aprehensión o una vinculación a proceso, omitida por un juez estatal, era corregida por un juez de distrito, y así la inacción o complicidad de las autoridades locales topaba con la pared de la justicia federal.
Pues eso ya se acabó.
Ya no habrá mecanismos, aún menos que los previos, para pacificar Sinaloa y otros enclaves del crimen organizado. Si ya de por sí las fiscalías, Guardia Nacional y policías eran inefectivas, ahora los jueces serán mucho más indolentes y corruptos porque estarán capturados y, con ello, también lo estarán los narcoterritorios.
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