Último estirón local
La oposición tiene madera para pelear varias gubernaturas y el Congreso, pero no se debe confiar: hay muchos peligros en el horizonte. Escribe Raudel Ávila en su columna dominical.
Estoy razonablemente confiado en la competitividad de los candidatos opositores en las contiendas por gubernaturas y el poder legislativo. No obstante, la realidad es que así pensaba también en 2021 y me equivoqué. El optimismo y la confianza no sirven de nada en política si no van acompañados de acción.
En 2021, numerosas encuestas decían que la oposición podía ganar siete u ocho gubernaturas de 15 en competencia. Al final, Morena ganó 11 y su aliado el PVEM otra, con lo cual el oficialismo se llevó 12 de 15. En suma, en términos de gubernaturas, la oposición fracasó monumentalmente, pues el PRI perdió todo y el PAN nada más ganó y repitió en dos estados que ya gobernaba (Querétaro y Chihuahua). Nuevo León lo ganó MC, con los resultados de todos conocidos.
Si bien hubo circunstancias extraordinarias como la violentísima participación del crimen organizado o el entreguismo de los exgobernadores del PRI, lo cierto es que al final la oposición perdió. Sería deseable, por tanto, que nadie de la oposición se confiara. Lo más urgente sería lograr el estímulo a la mayor participación posible, lo mismo de los militantes partidistas que del resto de la ciudadanía. Para ello, aunque no le guste a la corrección política, es imprescindible reconocer que los militantes de partidos también son ciudadanos y por tanto candidatos “ciudadanos”.
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