Un mundo sin Estados Unidos

Con el regreso de Donald Trump, estamos presenciando el retiro del liderazgo internacional norteamericano, escribe Raudel Ávila en su columna dominical.

Artista: Mr. Fish

Desde que tengo uso de razón, la izquierda latinoamericana sueña con la decadencia y caída del imperio americano. Como en todas sus fantasías, imaginan un mundo perfecto donde sus teorías y profecías se cumplen y supuestamente la humanidad entera vivirá feliz para siempre. Desde luego, esa humanidad habrá de vivir bajo la “dictadura del proletariado”, así que nunca he entendido por qué dicen que hay marxismos democráticos. El infantilismo estúpido que caracteriza todas las utopías marxistas nunca los desilusiona y la realidad que los ha desmentido durante décadas donde le han apostado y defendido a puros dictadores, no hace mella en una fe impermeable a los hechos. Stalin, Mao, Castro, Chávez, Noriega, y actualmente Xi Jinping o Putin son figuras idealizadas a perpetuidad, aunque a veces el único mérito que les atribuyen las izquierdas latinoamericanas es que supuestamente le plantan cara al imperialismo yanqui. Ya ni siquiera da risa. Están dispuestos a defender sanguinarias dictaduras con tal de que alguien desafíe, así sea mínimamente, a Estados Unidos. La inmadurez emocional e intelectual de la izquierda latinoamericana le atribuye al imperio norteamericano los mismos rasgos de los imperialismos más despiadados del pasado. No reconocen el carácter liberal, pluralista y sí, aunque les duela, democrático de la súper potencia. Más importante aún, no reconocen el carácter liberal sustentado en reglas y leyes del orden internacional creado por Estados Unidos. Por tanto, insisten nuestras izquierdas, el día que Estados Unidos deje de ser la potencia dominante, veremos la luz de un nuevo día mejor para todos los seres humanos seguramente guiados por la benevolencia y filantropía china o rusa. Es en serio, eso creen, pero se burlan de la fe religiosa de otros.